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La metodología adecuada para el desarrollo profesional

La metodología adecuada para el desarrollo profesional

Erika Tobalina
Jefa académica en Formación, Consultoría y Estudios de la Fundación Pere Tarrés
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19.09.23

De variables que condicionan el proceso de enseñanza-aprendizaje hay de muchos tipos. Algunas están relacionadas con las personas participantes, como, por ejemplo, la experiencia y conocimientos que tienen antes de empezar la formación, el ritmo para integrar los aprendizajes, el estilo predominante en la hora de aprender. Otras variables hacen referencia a las personas que asumen el rol de docente, dado que cada docente también tiene su propio estilo de enseñanza. Pero también el contexto, los recursos disponibles y los propios objetivos de aprendizaje que se quieren lograr hacen que el escenario sea de una determinada manera.

En la escuela el currículum sigue un orden que viene definido por las etapas evolutivas del alumnado, pero en la formación de adultos la diversidad es todavía más marcada, y contemplar estas variables resulta más complicado y a la vez, más necesario.

Por lo tanto, siempre hará falta un margen de flexibilidad y buenas competencias de creatividad y de improvisación por parte de los docentes a la hora de implementar la acción.

Para poder escoger las metodologías adecuadas, primero hay que conocer las posibilidades que hay y los resultados que cada una nos ofrece. El pedagogo Edgar Dale, después de muchos estudios, concluyó el llamado Cono del aprendizaje para relacionar las diferentes metodologías y la manera que cada una favorece el aprendizaje. Diferencia entre dos grandes tipos de metodologías: las pasivas y las activas, según el papel que juega el alumnado.

Analizar este esquema es un buen punto de partida para poder decidir la metodología que mejor encaje. Es evidente que si queremos conseguir un impacto relevante en el grupo de participantes y generar cambios, las metodologías activas son imprescindibles. Y en la formación profesional, la clave está precisamente en saber hacer.

Las metodologías activas ponen a cada alumno/a en el centro para convertirlo en protagonista de su propio proceso de enseñanza y aprendizaje; y sobre todo, promueven el pensamiento crítico por encima de las habilidades memorísticas. Su principio más fundamental es el learning by doing, aprender haciendo, experimentando, con la práctica.

Algunos ejemplos de metodologías activas serían:

  • Aprendizaje basado en proyectos: de manera transversal se combinan diferentes áreas de conocimiento para desarrollar en equipo propuestas a una situación que se quiere modificar o mejorar. Además, permite incorporar otras metodologías activas como el aprendizaje basado en problemas, cooperativo...
  • Aprendizaje basado en problemas: el alumnado tiene que resolver una situación que plantea el docente. Favorece la motivación y activa la curiosidad de las personas participantes.
  • Flipped classroom o aula invertida: se invierte el desarrollo de una sesión formativa habitual, porque primero es el alumnado quien busca de manera autónoma recursos sobre una temática y a partir de aquí en el aula se trabajan conjuntamente mediante debates, representaciones... para construir el aprendizaje.
  • Aprendizaje servicio: se aprende a partir de un servicio a la comunidad y reflexionando sobre el impacto de esta acción en las personas que se han beneficiado.
  • Aprendizaje cooperativo: cuando la propuesta de trabajo requiere el trabajo cooperativo para llegar a lograr el objetivo marcado.
  • Aprendizaje por descubrimiento o heurístico: se trata de presentarlos ante una situación para que el mismo alumnado actúe y llegue a sus propias conclusiones, reflexionando conjuntamente.
  • Simulación o juegos de rol: para desarrollar la empatía y el espíritu crítico y asumir roles diferentes del habitual, el alumnado representa hechos o situaciones que se pueden dar en la vida real.
  • Gamificación: consiste a aprender jugando cuando un equipo tiene que trabajar conjuntamente para resolver problemas, superar obstáculos, y así se divierte.
  • Método del caso: se analizan casos reales sin resolver para favorecer la toma de decisiones y la visión estratégica.
  • Contrato de aprendizaje: mediante un acuerdo escrito se negocian con el alumnado los objetivos y competencias a desarrollar, para promover que cada alumno/a asuma la responsabilidad de su propio proceso y un rol más activo.

Hay que reflexionar sobre la metodología más adecuada en cada caso de entre las posibilidades reales, teniendo en cuenta las variables antes descritas. Generalmente, la mejor opción es incorporar diferentes metodologías y tener recursos preparados para adaptarse a circunstancias no previstas en un principio. Por eso, es imprescindible una formación continua y actualizada por parte de las personas que nos dedicamos a la formación. Formación y experiencia tienen que ir juntos en la atención a las necesidades de todas las personas que participan en nuestras acciones formativas.

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